Bitácora de bolsillo: 11

Día 9.º del estado de alarma en Aragón (España)

9:00 de la mañana. Desayuno tostadas con aceite y café. Después, desde mi casa, trabajo en unos informes que me solicita una compañera de oficina. Se los remito por email. Es el tele-trabajo, que nunca pensé que llegaría a ejercer. Ha sido fácil, todo es organizarse.

Me asomo a la calle. Nuevamente la temperatura es fresca, para este inicio de primavera, y la mañana se torna lluviosa. Es de agradecer que haga malo, hace más llevadera la cuarentena.

Las noticias no son esperanzadoras, de momento. El número de contagios y fallecidos sigue creciendo (33.089 infectados, 2.182 fallecidos). Preocupante es también el número de profesionales sanitarios contagiados.

Me cuenta Carmen, de 89 años, desde su aislamiento domiciliario, que en tiempos del cólera (imagino que se refiere a la epidemia de 1971), se cubría una silla con un paño o una sábana blanca en la puerta de las casas y así sabía el médico dónde había enfermos, donde había alguien que necesitaba atención. No existían ni la cita previa telefónica, ni las apps de teléfonos inteligentes, ni ningún número centralizado donde avisar.

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